La necesidad de la mediación humana

En el prologo de la obra Sobre la doctrina cristiana, Agustín ve la necesidad de dar respuesta a los que a priori rechazarían su obra, entre los cuales se encuentran, dice él, los que se glorían de entender la voluntad divina sin mediación humana, es decir, los propensos a rechazar los métodos de interpretación bíblica y las enseñanza de los ministros que catequizan y predican. Contra estos presenta una buena cantidad de referencias bíblicas y argumentos sólidos, de los cuales solo me referiré a los que se desprenden de Hechos 8,26-35, por parecerme suficiente para el propósito de este artículo, que es ilustrar la necesidad de la mediación humana en el proceso de acercamiento del hombre a Dios. Agustín, entonces, argumenta:

«Así observamos que al eunuco aquel que no entendía leyendo al profeta Isaías, el Apóstol no le envío a un ángel, ni se le explicó por el ángel lo que no entendía, ni se le reveló a su mente sin ministerio alguno del hombre, sino más bien, Felipe, que conocía el contenido de la profecía de Isaías, fue enviado a él por indicación divina y con él se sentó y le declaró con lengua y palabras humanas lo que se hallaba encubierto en aquellos escritos»1.

Partiendo del texto bíblico deducimos que Dios quiso administrar su palabra a los hombres por medio de hombres, y partiendo de lo que Agustín argumenta, podemos expresar los dos aspectos de esta mediación humana. El primer aspecto es cuando dice: Felipe, que conocía el contenido. Cuando nos adentramos a conocer la Sagrada Escritura, nos topamos con que ella contiene formas y categorías humanas que son necesarias entender para familiarizarnos con la misma, de otro modo no seria posible decir que la conocemos. El segundo aspecto es cuando dice: le declaró. La predicación de la Sagrada Escritura siempre está mediada por el que enseña, lo que hace al predicador un facilitador necesario: «”¿Entiendes lo que vas leyendo?” Él contestó: “¿Cómo lo puedo entender si nadie me hace de guía?» (Hechos 8, 30b-31).

En resumen, tanto por las Sagradas Escrituras como por la razón natural debemos sostener la necesidad de la mediación humana en el proceso de acercamiento del hombre a Dios, pero vale decir que por ser necesaria no significa que sea imprescindible, es decir, Dios es la causa eficiente del encuentro con el hombre; por lo que sostenemos tanto la eficacia divina como la mediación humana en nuestro acercamiento a Dios. No negamos una para afirmar otra, más bien afirmamos las dos, para así confesar que Dios es el protagonista y que aun así le plació administrar su obra por medio de hombres.


Notas

  1. Sobre la doctrina cristiana 7 (prólogo)/PL 34,8 (BAC 15).